Como estoy relatando diariamente, está en marcha desde el día 2 de enero la cacería de lobos más grande de la historia moderna de Suecia, y de Europa. Un ejemplo de cómo los políticos y administración sueca maneja su biodiversidad. Un ejemplo de su falta de respeto y consideración por las generaciones futuras. Los científicos están de acuerdo en que la población de lobos de Escandinavia debería ser mucho mayor de lo que es para que sea viable. No en vano, se trata ya de la población de lobos más consanguínea del mundo y las matanzas no hacen más que agravar este problema.
Otros países tienen poblaciones de lobos mucho mayores y siguen un camino totalmente opuesto, hacia la conservación del cánido. La caza del lobo es ecológicamente indefendible pero además es una crueldad para las familias de lobos, acosadas por perros de rastreo y batidores armados. Los cachorros nacidos este año pasado, si no mueren, quedan huérfanos vagando por los bosques. Algo que los suecos se vanaglorian de no hacer con sus perros.
El nuevo ministro sueco de Asuntos Rurales (porque ya no es de medio ambiente, puesto que el ministerio de medio ambiente ha sido desgraciadamente abolido este año 2022 por Ulf Kristersson en el momento de su llegada en octubre en un arrebato de locura, apocatástasis o involución), llamado Peter Kullgren, del partido cristiano-demócrata, exige ahora reducir la población de lobos a la mitad. Se atreve a decir, además, que los lobos obstaculizan el suministro de alimentos en el país. Una auténtica locura absurda. Esto demuestra que reniega a la ciencia, que desconoce totalmente la naturaleza y que miente a la población con chorradas de alto calibre. Decir que los lobos "obstaculizan el suministro de alimentos" provocaría una sonora carcajada si no fuera por la gravedad del significado. Decir eso, sí, hace pensar que ese señor no merece su puesto y que debería estar de baja para todo tipo de profesión que requiera toma de decisiones e incluso cualquier actividad intelectual. Decir eso denota que no está en sus cabales.
Además, el estado sueco indemnizó a la industria alimentaria medio millón de koronas (unos 45.000 euros) en 2022 por daños de lobo, mientras la facturación total de esta industria fue de 200 mil millones de koronas suecas, lo que significa, ojo al dato, 17.945.900.000 euros. Es decir, que los daños de lobo en Suecia, un país donde prácticamente no hay ganadería, han supuesto el 0,002% de la facturación de la ganadería. Señor Pedrito Kullgren, váyase usted a su puta casa de donde nunca debió haber salido y empiece a estudiar de nuevo. Aprenda sobre todo decencia y ética y no intente engañar a la población. Acaba usted de llegar y la ha liado parda, cafre.
Pero ¿sabéis qué sucede? Que el señor Pedrito Kullgren es cazata. Y no es la ganadería lo que persigue al lobo en Suecia sino la cinegética. La federación sueca de caza presiona fuertemente contra el lobo ya que no quiere predadores. Quiere convertir Suecia en un lugar de caza de alces para ellos.
Me entero de que la federación de caza recibe el apoyo gubernamental de más de 60 millones de koronas (unos 5 millones y medio de euros) al año por "conservación de la vida silvestre". BASTA YA DEL ROLLO FALSO DE QUE LOS CAZADORES CONSERVAN LA NATURALEZA. BASTA DE MENTIRAS.
LA CAZA ES UNA LACRA CONTRA LA FAUNA Y LA BIODIVERSIDAD. PUNTO.
Durante décadas, los cazatas suecos han machacado a los alces hasta niveles críticos y ahora culpan al lobo de competir con la caza humana. Dan asco.
Termino aquí con una frase menos vehemente, más "sueca", del moderado temperamento de los suecos, de Magnus Orrebrant, presidente de la Svenska Rovdjurföreningen, la organización sueca por los carnívoros.
"Ya es hora de que tengamos una visión diferente de los animales salvajes con los que compartimos el planeta. La despiadada explotación humana de la naturaleza y sus habitantes debe ser detenida. Hoy día, los intereses humanos se priorizan por encima de todo lo demás. Estamos completamente desconectados de la naturaleza y de la conservación de los ecosistemas. Esto debe cambiar".
