sábado, 4 de abril de 2020

CONFINAMIENTO CINEGÉTICO ¿QUÉ PASA SI SE DEJA DE MATAR LOBOS?



En estos días en los que el confinamiento nos afecta a todos, la fauna puede respirar tranquila sin que los aficionados a la cinegética puedan aprovechar los permisos correspondientes a la época -que algunos hay- pero las sociedades de caza han aprovechado la ocasión para aclamar al cielo, afirmando que las poblaciones de algunas especies están descontroladas, en especial el lobo. El hecho veraz es que la caza provoca desequilibrios en las poblaciones de fauna salvaje, cambios conductuales con efectos generacionales irreversibles, extinciones masivas y graves problemas de conservación de especies especialmente depredadores. Si la caza se prohibiera totalmente como se ha hecho en otros países, la fauna salvaje, la biodiversidad, tendría la oportunidad de regenerarse y recuperar un equilibrio perdido a causa de esta actividad tan nefasta que intentan investir como necesaria para así mantener negocios y hobbies que, en realidad, son sanguinarios.

Según colectivos cinegéticos, la población de lobos es muy superior a lo que dicen fuentes oficiales y esto supone un riesgo para la sostenibilidad e incluso para la existencia de las especies presa. Más allá, se han atrevido a decir que se pueden dar ataques a humanos en determinadas zonas. Afirman que los hábitos de los animales están variando, lo que traerá graves consecuencias. Desde luego, es evidente que su estrategia del miedo está encaminada a que el público desinformado les aclame como protectores ante la supuesta invasión de la fauna salvaje con lobos arruinando la vida en los pueblos y comiéndose a los paseantes. Algunos partidos políticos sacan provecho de esto puesto que saben que, el odio al lobo, gana voto rural, así que, si se mantiene la leyenda irracional en la ignorancia general, podrán seguir ganando beneficios.

Todas las afirmaciones del lobby cinegético son absolutamente FALSAS y, como seguramente no lo desconocen, engañosas. La población de lobos sigue, desde hace mucho tiempo, en estancamiento, desapareciendo en muchas zonas, y siendo matados cientos de lobos anualmente, superando a los nacimientos y destruyendo la composición de los grupos, alterando su conducta. Lo que sí es superior a los números oficiales es el número de bajas. El estatus poblacional del lobo le debería situar al nivel de protección que tiene cualquier especie ibérica protegida, como el águila imperial. El lobo, como depredador apical, cuenta con estrategias biológicas y ecológicas para autorregular su población, que JAMÁS excede las capacidades del medio. Por tanto, no sólo es falso pensar que es un riesgo para la sostenibilidad sino que debemos saber que el lobo tiene un importantísimo papel en beneficio de la biodiversidad y la salud de las poblaciones de las especies presa y otros depredadores.

En cuanto al “conflicto” con el ganado, decir que, cuando los grupos de lobos no son sistemáticamente acosados y desestructurados por la persecución humana, pueden al fin desarrollar sus estrategias predatorias y vitales de forma natural, por lo que si, en un mundo ideal, la caza dejase de realizarse, sería mucho más sencillo prevenir daños al ganado. Por último, todos los que tenemos un mínimo conocimiento de la conducta del lobo salvaje sabemos y podemos garantizar que los lobos no atacan a las personas, no lo han hecho nunca ni lo van a hacer, excepto en añojos y desfasados cuentos infantiles. Es evidente que, afirmando que los lobos pueden atacar a las personas, se intenta evocar el miedo adquirido de la leyenda milenaria del lobo para inducir el odio que lleva a la persecución, las indemnizaciones y los votos.