En estos días en los que el
confinamiento nos afecta a todos, la fauna puede respirar tranquila sin que los
aficionados a la cinegética puedan aprovechar los permisos correspondientes a
la época -que algunos hay- pero las sociedades de caza han aprovechado la
ocasión para aclamar al cielo, afirmando que las poblaciones de algunas
especies están descontroladas, en especial el lobo. El hecho veraz es que la
caza provoca desequilibrios en las poblaciones de fauna salvaje, cambios
conductuales con efectos generacionales irreversibles, extinciones masivas y
graves problemas de conservación de especies especialmente depredadores. Si la
caza se prohibiera totalmente como se ha hecho en otros países, la fauna
salvaje, la biodiversidad, tendría la oportunidad de regenerarse y recuperar un
equilibrio perdido a causa de esta actividad tan nefasta que intentan investir
como necesaria para así mantener negocios y hobbies que, en realidad, son
sanguinarios.
Según colectivos cinegéticos, la
población de lobos es muy superior a lo que dicen fuentes oficiales y esto
supone un riesgo para la sostenibilidad e incluso para la existencia de las
especies presa. Más allá, se han atrevido a decir que se pueden dar ataques a
humanos en determinadas zonas. Afirman que los hábitos de los animales están
variando, lo que traerá graves consecuencias. Desde luego, es evidente que su
estrategia del miedo está encaminada a que el público desinformado les aclame
como protectores ante la supuesta invasión de la fauna salvaje con lobos
arruinando la vida en los pueblos y comiéndose a los paseantes. Algunos
partidos políticos sacan provecho de esto puesto que saben que, el odio al lobo,
gana voto rural, así que, si se mantiene la leyenda irracional en la ignorancia
general, podrán seguir ganando beneficios.
Todas las afirmaciones del lobby
cinegético son absolutamente FALSAS y, como seguramente no lo desconocen,
engañosas. La población de lobos sigue, desde hace mucho tiempo, en
estancamiento, desapareciendo en muchas zonas, y siendo matados cientos de
lobos anualmente, superando a los nacimientos y destruyendo la composición de
los grupos, alterando su conducta. Lo que sí es superior a los números oficiales
es el número de bajas. El estatus poblacional del lobo le debería situar al
nivel de protección que tiene cualquier especie ibérica protegida, como el
águila imperial. El lobo, como depredador apical, cuenta con estrategias
biológicas y ecológicas para autorregular su población, que JAMÁS excede las
capacidades del medio. Por tanto, no sólo es falso pensar que es un riesgo para
la sostenibilidad sino que debemos saber que el lobo tiene un importantísimo
papel en beneficio de la biodiversidad y la salud de las poblaciones de las
especies presa y otros depredadores.
En cuanto al “conflicto” con el
ganado, decir que, cuando los grupos de lobos no son sistemáticamente acosados
y desestructurados por la persecución humana, pueden al fin desarrollar sus
estrategias predatorias y vitales de forma natural, por lo que si, en un mundo
ideal, la caza dejase de realizarse, sería mucho más sencillo prevenir daños al
ganado. Por último, todos los que tenemos un mínimo conocimiento de la conducta
del lobo salvaje sabemos y podemos garantizar que los lobos no atacan a las
personas, no lo han hecho nunca ni lo van a hacer, excepto en añojos y
desfasados cuentos infantiles. Es evidente que, afirmando que los lobos pueden
atacar a las personas, se intenta evocar el miedo adquirido de la leyenda
milenaria del lobo para inducir el odio que lleva a la persecución, las
indemnizaciones y los votos.
Os dejo unas entradas de este mismo blog que están relacionadas con el tema:
https://davidnietomacein.blogspot.com/2018/11/la-ciencia-habla-razones-por-las-que.html
https://davidnietomacein.blogspot.com/2018/11/la-ciencia-habla-matar-lobos-aumenta.html
https://davidnietomacein.blogspot.com/2018/11/la-ciencia-habla-razones-por-las-que.html
https://davidnietomacein.blogspot.com/2018/11/la-ciencia-habla-matar-lobos-aumenta.html