EL VALOR DESVALORIZADO E INVALUABLE DEL LOBO
Es innegable que
los lobos identifican las debilidades de sus presas y se dirigen a ellas con
prioridad. Para el ojo humano, un ciervo puede parecer perfectamente sano pero
los lobos son capaces de detectar en él una enfermedad. Es ese sexto sentido
del que muchas veces hablamos que está presente en el Canis lupus y que es una capacidad perceptiva desarrollada en pos
de la depredación. Un poco de cansancio o lentitud, un marcha algo diferente
por artritis, el olor de una infección latente, el comportamiento ingenuo de
los juveniles… Ha sido demostrado en múltiples investigaciones, especialmente
en Royal Island, Yellowstone y otros lugares. Los lobos perciben detalles que
para nosotros son imperceptibles. Detectan las debilidades de las presas. Y de
forma innata tienen una motivación a centrarse sobre estos animales, algo que
se potencia con el aprendizaje. En el mayor laboratorio de investigación de la
relación del lobo con sus presas, Isla Royal (Lago Superior, Michigan), la
inmensa mayoría de las presas sufrían artritis, periodontitis o malnutrición. Por
eso los predadores proporcionan una resistencia mayor a la propagación y
prevalencia de enfermedades en las especies presa.
La CWD (Chronic
Wasting Disease), una encefalopatía espongiforme de los cérvidos americanos,
que es letal y contagiosa, invade ahora los ecosistemas más ricos de vida
salvaje de toda Norteamérica, propagándose como la peste, y ya ha llegado a
Europa, donde se ha detectado al sur de Noruega en 2016 en renos y alces.
Los tan calumniados
y aniquilados lobos son los más importantes aliados contra las enfermedades de
sus presas. El caso de la mencionada Isla Royal fue muy conocido. Los alces
ocuparon la isla, donde no había lobos, y su población llegó a alcanzar miles
de ejemplares, que consumieron la vegetación y destruyeron el equilibrio de
todo el ecosistema. Enfermaron dramáticamente y las epidemias les precipitaban
hacia una inminente extinción… cuando llegaron los lobos. Estos, a pesar de lo
que se creyó inicialmente, sanearon la población eliminando a enfermos y
débiles. En poco tiempo, los alces tuvieron una población sana y los
ecosistemas se regeneraron.
Aunque los datos
científicos lo confirman una y otra vez, sigue existiendo una férrea
resistencia a admitir el papel beneficioso y fundamental del lobo en los
ecosistemas, y se ponen de manifiesto perjuicios culturales absurdos en las
reuniones de las Administraciones con ganaderos y cazadores ante la perplejidad
de científicos y conservacionistas.
El odio cultural al lobo es capaz de estar por encima
de la ciencia. Las emociones generadas por aprendizaje en personas sin
conocimiento, cultura, personalidad o capacidad de pensar de forma crítica, son
tan fuertes que no son capaces de reconocer el importante papel del lobo.
En USA, el jefe del
Departamento de Vida Silvestre y Parques de Montana, ha dejado a todos
boquiabiertos afirmando –en contra de las constantes evidencias científicas-
que las ventajas de los predadores para el control de las enfermedades de los
cérvidos no han sido probadas y que para que fueran eficaces tendría que haber
tantos predadores que sería inaceptable socialmente para cazadores y ganaderos.
Esto lo cuento porque en España estamos infectados por la misma ignorancia
entre los políticos y gestores. Afirman una barbaridad esperpéntica sin ningún
conocimiento de base y se quedan tan anchos.
La estrategia que
quiere implantar es que sean los cazadores los que maten sin compasión en las
zonas endémicas de la enfermedad, y ha aumentado las cuotas de caza de forma
brutal. Esto muestra un sesgo personal contra el lobo e ignorancia profunda en el
Departamento de Vida Silvestre, que no comprende en absoluto el funcionamiento
de los ecosistemas ni aprecia lo más mínimo la historia natural.
Sabemos que los
lobos cazan animales débiles y enfermos y que mitigan y frenan la aparición de
enfermedades, constituyendo además un elemento de selección de animales más
resistentes a dichas enfermedades. Como se persiguen y matan lobos, la encefalopatía
de los cérvidos se extiende por Norteamérica, lo que está generando una
preocupante alarma. Ya han dicho que si la epidemia de CWD reduce drásticamente
los ciervos de Yellowstone, se produciría una alteración de la estructura y
función de sus ecosistemas.
A pesar de ello,
Wyoming y Alaska persisten en el exterminio de lobos basándose solamente en el
odio cultural ancestral heredado de los colonos que se dedicaron a masacrar a
esta especie con saña. Aunque nuestro conocimiento ha aumentado y ya existe una
conciencia científica y ecológica que debería estar por encima de los mitos absurdos
y dañinos retratados en cuentos y leyendas inventadas, persiste la hostilidad.
En el 85% de Wyoming, por ejemplo, los lobos son tratados como “alimañas” -como
si el tiempo no hubiese pasado- y pueden ser aniquilados en cualquier momento
del año y sin motivo, incluso trampeados y ¡hasta envenenados! o disparados
desde el aire. Aunque no exista amenaza para el ganado, lo que es claro indicativo
del absurdo en el que viven. En la esquina NW, cerca de Yellowstone, los lobos
son especie cinegética y por añadidura están sujetos a matanzas cuando los
ganaderos tienen antojos. Pero la evidencia es que, a medida que se erradican
los lobos en Wyoming, la CWD se va extendiendo como una masa de aceite hacia el
Oeste, más rápido de lo que se esperaba, a través de cérvidos infectados.
En Montana tampoco
están las cosas bien para el lobo y, por tanto, están alentando la expansión de
la encefalopatía. Allí hay tres áreas en las que los lobos están sujetos a una
precaria protección con cuotas de matanza con cierto límite (dos al norte de
Yellowstone y otra al oeste del Parque Nacional de los Glaciares), pero el
resto del Estado permite el exterminio del lobo. Como si no hubieran avanzado
en el conocimiento científico y en el respeto a los valores naturales y la
biodiversidad desde hace dos siglos.
Los grupos o
manadas estables de lobos son la verdadera y única garantía de salud para los
cérvidos y, por ende, todo el ecosistema. Hasta un cazador, Kevin Van Tighem,
que fue superintendente del Parque Nacional de Banff, en Canadá, dijo: “Pueden inventar razones de cuentos de hadas
para despreciar a los lobos y justificar su exterminio, pero eso no cambia la
naturaleza fundamental del lobo comprobada en el tiempo. No conozco a ningún
biólogo creíble que defienda que los lobos no son la mejor y más importante
manera de lidiar con la encefalopatía de los cérvidos”.
En el Parque
Nacional de las Montañas Rocosas, en Colorado, hay actualmente un brote de la
enfermedad… y no hay lobos. Hay una alta densidad de wapitíes. Las densidades
antinaturales de ciervos en los puntos de alimentación del Refugio de Wapitíes
de Wyoming alcanzan miles de ejemplares por km2. Esto significa que la CWD
puede ser especialmente virulenta y que los lobos son vitales para sanear las
poblaciones de estos cérvidos.
El famoso biólogo
Dr.Paul Paquet ha monitoreado la expansión geográfica de la encefalopatía en
relación con la presencia de lobos desde que la enfermedad se confirmó por
primera vez hace décadas. “Hasta la
fecha, la CWD no ha prosperado donde las poblaciones de lobos están activas,
aunque la enfermedad ha aparecido en los márgenes de estas poblaciones. Un
simple mapeo de la distribución de lobos y la CWD es muy instructivo”,
dice.
LAS MENTIRAS PARA JUSTIFICAR LA PERSECUCIÓN
Las opiniones políticas no se alinean con la realidad. En 2016 las bajas en ganado por lobos en Wyoming han sido de 154 terneros, 88 ovejas y un caballo. En 2015 había en todo el Estado 377 lobos. Montana tiene cerca de 500 lobos y Idaho 786 según los censos de la Administración.
Decían algunos
políticos americanos del Congreso, en abril de 2015, que desde que los lobos
fueron protegidos, habían tenido un
impacto devastador en la caza y la ganadería, generando pérdidas trágicas para
el ganado y la vida silvestre, que históricamente eran fuertes y sanas.
Observando los datos en los que se basaron para tal afirmación, veíamos que
durante el año 2014 había unos 1800 lobos en 313 manadas para todo Wyoming,
Idaho, Montana, Oregón y Washington, y que habían matado 140 terneros, 172
ovejas, 4 perros, 1 caballo y 1 burro. En una vasta región con millones de
cabezas de ganado. ¿Esto era lo que los miembros del Congreso llamaban trágico y devastador? Allí mueren cada
año miles y miles de vacas y ovejas por enfermedades, clima, accidentes,
envenenamientos con plantas, rayos, ataques de perros, etc. Los lobos no
representan ni el 1% de las pérdidas. Y es digno de mención que sólo el 62% de
todos los grupos de lobos estuvieron involucrados en predación de ganado en
algún momento y la mayoría predaron ganado de forma excepcional. Significa que
sólo en 4 de cada 5 manadas no había habido incidentes con ganado.