lunes, 8 de diciembre de 2014

CONSERVACIÓN DEL LOBO ¿ESTRICTA O CON CONTROLES?


Se habla mucho, sin saber, o con un conocimiento sesgado, o con ideas desactualizadas, de que en la Península Ibérica existe una población de lobos suficiente e incluso numerosa. Se habla de 2000 o 2500 ejemplares... en un "quién da más" en el que parece que es "aproximado" hablar de unos cientos más o unos cientos menos. En definitiva, no tenemos ni idea de la población de lobos que tenemos. No obstante, lo más importante, y grave, es que no conocemos sus afecciones. Ni en qué proporción la población de lobos decrece. Porque, lo que sí sabemos, es que la población general decrece. Y no puede ser de otra manera cuando caen muertos cientos de ejemplares anualmente  a manos humanas (furtivismo, venenos, matanzas aprobadas por la Administración, atropellos, etc) además de los que ya de por sí mueren de forma natural en una especie que cuenta con mecanismos filogenéticos para autocontrolar su población.
¿Cómo está la población de lobos? ¿Nos podemos permitir la pérdida de ejemplares?
La población de lobos de la Península Ibérica, afortunadamente, aumentó considerablemente desde los años 70, cuando estuvo al borde de la extinción, hasta la actualidad. Pero la población actual de lobos proviene de aquellos pocos supervivientes que quedaron de las inmensas masacres llevadas a cabo. Si bien su variabilidad genética parece ser moderada-alta, el tamaño de la población es inferior al mínimo viable a largo plazo. En un estudio de marcadores moleculares realizado por la UAB y la UPF-CSIC se descubrió que el censo genético es mucho menor que el censo demográfico y esto lo voy a explicar.
En los años 70, cuando la población de lobos estuvo en situación dramática, vivió un cuello de botella genético. ¿Qué es un cuello de botella?  Por un descenso drástico de la población de la especie, se produce una pérdida en la variabilidad genética. Esto lleva a consanguinidad y, por tanto, a una merma en las capacidades de adaptación de la especie a nuevos cambios ambientales.

Batida de lobos en la provincia de Ávila en los años 40. 

En la población de lobos ibéricos se ha observado parámetros reducidos de diversidad genética. La población efectiva, según este estudio de marcadores genéticos, se estima en tan sólo 50 ejemplares. 

¿Qué es "población efectiva"?. La población efectiva está compuesta básicamente por los individuos que tienen proyección biológica: los reproductores. No toda la población es "población efectiva". En los lobos, la mayoría no son reproductores y muchos individuos no llegarán nunca a reproducirse. Y esos reproductores ¿representan una gran variabilidad genética o solamente una pequeña fracción de la variabilidad genética de la especie?.  Pues representan, en este caso, una pequeña fracción hasta el punto de que se puede considerar que la población efectiva de lobos es, como digo, de 50 individuos. Así, la variabilidad genética se está perdiendo, por tanto, al mismo ritmo que se pierde la población real. Lo que significa que cada lobo que muere es una joya genética que se pierde para la especie.
Como, según la ciencia, el tamaño de la población efectiva es alrededor del 11% del tamaño de la población real censada, si las Administraciones suponen que hay 2000 lobos, la población efectiva teórica sería de unos 220 ejemplares. Pero, dado que el estudio genético determina que la población efectiva está en torno a los 50 individuos, parece que la población de lobos en los años 70 debió sufrir un declive mucho mayor de lo que se cree o que se está sobreestimando la población real de lobos actual. Para evitar la endogamia a largo plazo se necesita una población efectiva de al menos 500 individuos. Con menos población efectiva, la población se encuentra, en realidad, en peligro de extinción.
Dicho todo esto, parece evidente que las matanzas llevadas a cabo por las distintas administraciones y los cupos de caza propuestos son una auténtica aberración desde el punto de vista científico, genético, ecológico y de la conservación de la especie además de desde el punto de vista ético e incluso legal (Directiva de Hábitats).

¿Quiénes somos para decidir cuántos lobos debe haber y dónde?
Antaño hubo lobos ocupando todo el territorio nacional. La implacable persecución en busca de su exterminio consiguió hacer desaparecer la especie en la inmensa mayoría de la Península Ibérica. Hoy se da por hecho, en las regiones donde desapareció, que son zonas "sin lobo" e incluso se afirma que "nunca los hubo". 
Este lobo fue asesinado en Doñana en 1951. Fue el último lobo.  

La ganadería, que es el sector problemático en este conflicto, se acomodó a la falta de predadores naturales de tal manera que los sectores de esta actividad económica se niegan a la posibilidad del regreso del cánido. No obstante, como está demostrado en los lugares donde la ganadería tradicional coexiste con el lobo tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, tal coexistencia es perfectamente posible y viable. Sólo se necesita que el sector ganadero se implique y acepte las condiciones del medio natural del que son usufructuarios y se procure los medios preventivos que sean convenientes y que son absolutamente efectivos como también está totalmente demostrado. El problema es que no existe, en el sector económico de la ganadería, voluntad para este cambio (mayor incomodidad, mayor gasto teórico...).
Mastines ganaderos en los lagos de Saliencia, en la cordillera cantábrica. Años 40

Basándose en el hecho de que su actividad económica se ha acomodado a la falta de lobos, que de hecho es una especie de nuestra biodiversidad (la de todos, quiero decir), los ganaderos de ciertas zonas, de forma egoísta y unilateral, presionan a las administraciones para eliminar a todos los lobos que allí lleguen. Lobos que, podríamos decir, son de todos. Deciden en qué sierras o lugares puede o no haber lobos. Pero el lobo, si llega a un lugar, es porque en ese lugar existen condiciones ecológicas para su supervivencia (es decir, no tenemos que decidir por ellos en ese sentido), y no sólo es viable desde el punto de vista ecológico sino que, como en todas partes, cumple un papel insustituible. Y el lobo siempre es viable socioeconómicamente si se tiene voluntad para ello y se toman las medidas profesionales que hay que tomar. Por tanto, la ganadería, como actividad económica de unos pocos, debería adaptarse, con los medios preventivos adecuados, a las condiciones del medio (en este caso, a la coexistencia con el lobo). No se puede decidir contra la existencia de una especie para favorecer la comodidad de un sector económico privado.

¿Es necesaria la caza para regular poblaciones de fauna salvaje?
Las especies que son "predadores tope" o "superpredadores" tienen un papel importantísimo para regular las poblaciones de las especies presa y de sus competidores, pero no sólo a través de eliminar los ejemplares menos válidos sino también a través de la influencia sobre la conducta de sus presas, algo que se ha conformado a lo largo de la filogenia y que es un papel que el cazador humano no puede cumplir. El cazador humano tampoco es capaz de determinar qué ejemplares son los menos válidos para la especie (enfermos, débiles...) excepto en casos evidentes.

Además, los grandes predadores, dado que no tienen especies que regulen sus poblaciones de forma natural, ya cuentan de por sí con mecanismos filogenéticos para autorregularse. Por tanto, las poblaciones de lobos nunca pueden llegar a "desmadrarse". Muchos cachorros mueren, los jóvenes se dispersan y la mayoría también acaba muriendo, su comportamiento territorial hace que no permitan la existencia de un número mayor de individuos del que ecológicamente el medio natural puede soportar... Tampoco  se "desmadran", en realidad, las especies presa cuando tienen predadores que las regulen. Por poner un ejemplo muy representativo de la Península Ibérica, los conejos, que cuentan con altas tasas de reproducción, tienen múltiples predadores terrestres y alados: todos los mustélidos, cánidos, félidos, herpéstidos, vivérridos, diferentes rapaces... Por lo que la caza por parte de humanos no es necesaria y, de hecho, resulta negativa para la especie en cuestión y para sus depredadores.
En el caso del lobo, por tanto, no sólo no necesitan de la mano humana para regular sus poblaciones, sino que la intervención humana lo que hace es reducir el número de ejemplares por debajo de lo que la especie necesita en el medio. A esto se debe sumar el hecho mencionado de que los cazadores humanos carecen de la capacidad de determinar qué ejemplares son los más válidos para la especie. Y, no olvidemos lo más grave: cada lobo muerto supone un paso más hacia el desastre genético de la población.

David Nieto Maceín


Referencia interesante:
"Signatures of demographic bottlenecks in European wolf populations". Natalia Sastre, Carles Vilà, María Salinas, Vladimir V. Bologov, Vicente Urios, Armand Sánchez, Olga Francino y Oscar Ramírez.  Conservation Genetics, 12 (2011): 701-712.

Frankham R, Ballou JD, Briscoe DA. 2009. Introduction to Conservation Genetics. ed. Cambridge University Press.