Se habla mucho, sin
saber, o con un conocimiento sesgado, o con ideas desactualizadas, de que en la
Península Ibérica existe una población de lobos suficiente e incluso numerosa.
Se habla de 2000 o 2500 ejemplares... en un "quién da más" en el que
parece que es "aproximado" hablar de unos cientos más o unos cientos
menos. En definitiva, no tenemos ni idea de la población de lobos que tenemos.
No obstante, lo más importante, y grave, es que no conocemos sus afecciones. Ni
en qué proporción la población de lobos decrece. Porque, lo que sí sabemos, es
que la población general decrece. Y no puede ser de otra manera cuando caen
muertos cientos de ejemplares anualmente
a manos humanas (furtivismo, venenos, matanzas aprobadas por la
Administración, atropellos, etc) además de los que ya de por sí mueren de forma
natural en una especie que cuenta con mecanismos filogenéticos para
autocontrolar su población.
¿Cómo está la población
de lobos? ¿Nos podemos permitir la pérdida de ejemplares?
La población de lobos de
la Península Ibérica, afortunadamente, aumentó considerablemente desde los años
70, cuando estuvo al borde de la extinción, hasta la actualidad. Pero la
población actual de lobos proviene de aquellos pocos supervivientes que
quedaron de las inmensas masacres llevadas a cabo. Si bien su variabilidad
genética parece ser moderada-alta, el tamaño de la población es inferior al
mínimo viable a largo plazo. En un estudio de marcadores moleculares realizado
por la UAB y la UPF-CSIC se descubrió que el censo genético es mucho menor que
el censo demográfico y esto lo voy a explicar.
En los años 70, cuando la
población de lobos estuvo en situación dramática, vivió un cuello de botella
genético. ¿Qué es un cuello de botella?
Por un descenso drástico de la población de la especie, se produce una
pérdida en la variabilidad genética. Esto lleva a consanguinidad y, por tanto,
a una merma en las capacidades de adaptación de la especie a nuevos cambios
ambientales.
Batida de lobos en la provincia de Ávila en los años 40.
En la población de lobos ibéricos se ha observado parámetros reducidos
de diversidad genética. La población efectiva, según este estudio de marcadores
genéticos, se estima en tan sólo 50 ejemplares.
¿Qué es "población
efectiva"?. La población efectiva está compuesta básicamente por los
individuos que tienen proyección biológica: los reproductores. No toda la
población es "población efectiva". En los lobos, la mayoría no son
reproductores y muchos individuos no llegarán nunca a reproducirse. Y esos
reproductores ¿representan una gran variabilidad genética o solamente una
pequeña fracción de la variabilidad genética de la especie?. Pues representan, en este caso, una pequeña
fracción hasta el punto de que se puede considerar que la población efectiva de
lobos es, como digo, de 50 individuos. Así, la variabilidad genética se está
perdiendo, por tanto, al mismo ritmo que se pierde la población real. Lo que
significa que cada lobo que muere es una joya genética que se pierde para la
especie.
Como, según la ciencia, el tamaño de la población efectiva es
alrededor del 11% del tamaño de la población real censada, si las
Administraciones suponen que hay 2000 lobos, la población efectiva teórica
sería de unos 220 ejemplares. Pero, dado que el estudio genético determina que
la población efectiva está en torno a los 50 individuos, parece que la
población de lobos en los años 70 debió sufrir un declive mucho mayor de lo que
se cree o que se está sobreestimando la población real de lobos actual. Para
evitar la endogamia a largo plazo se necesita una población efectiva de al
menos 500 individuos. Con menos población efectiva, la población se
encuentra, en realidad, en peligro de extinción.
Dicho todo esto, parece evidente que las matanzas llevadas a cabo por
las distintas administraciones y los cupos de caza propuestos son una auténtica
aberración desde el punto de vista científico, genético, ecológico y de la
conservación de la especie además de desde el punto de vista ético e incluso
legal (Directiva de Hábitats).
¿Quiénes somos para decidir cuántos lobos debe haber y dónde?
Antaño hubo lobos
ocupando todo el territorio nacional. La implacable persecución en busca de su
exterminio consiguió hacer desaparecer la especie en la inmensa mayoría de la
Península Ibérica. Hoy se da por hecho, en las regiones donde desapareció, que
son zonas "sin lobo" e incluso se afirma que "nunca los
hubo".
Este lobo fue asesinado en Doñana en 1951. Fue el último lobo.
La ganadería, que es el sector problemático en este conflicto, se
acomodó a la falta de predadores naturales de tal manera que los sectores de
esta actividad económica se niegan a la posibilidad del regreso del cánido. No
obstante, como está demostrado en los lugares donde la ganadería tradicional
coexiste con el lobo tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, tal
coexistencia es perfectamente posible y viable. Sólo se necesita que el sector
ganadero se implique y acepte las condiciones del medio natural del que son
usufructuarios y se procure los medios preventivos que sean convenientes y que son
absolutamente efectivos como también está totalmente demostrado. El problema es
que no existe, en el sector económico de la ganadería, voluntad para este
cambio (mayor incomodidad, mayor gasto teórico...).
Mastines ganaderos en los lagos de Saliencia, en la cordillera cantábrica. Años 40
Basándose en el hecho de
que su actividad económica se ha acomodado a la falta de lobos, que de hecho es
una especie de nuestra biodiversidad (la de todos, quiero decir), los ganaderos
de ciertas zonas, de forma egoísta y unilateral, presionan a las
administraciones para eliminar a todos los lobos que allí lleguen. Lobos que,
podríamos decir, son de todos. Deciden en qué sierras o lugares puede o no
haber lobos. Pero el lobo, si llega a un lugar, es porque en ese lugar existen
condiciones ecológicas para su supervivencia (es decir, no tenemos que decidir
por ellos en ese sentido), y no sólo es viable desde el punto de vista
ecológico sino que, como en todas partes, cumple un papel insustituible. Y el
lobo siempre es viable socioeconómicamente si se tiene voluntad para ello y se
toman las medidas profesionales que hay que tomar. Por tanto, la ganadería,
como actividad económica de unos pocos, debería adaptarse, con los medios
preventivos adecuados, a las condiciones del medio (en este caso, a la
coexistencia con el lobo). No se puede decidir contra la existencia de una
especie para favorecer la comodidad de un sector económico privado.
¿Es necesaria la caza para regular poblaciones de fauna salvaje?
Las especies que son
"predadores tope" o "superpredadores" tienen un papel
importantísimo para regular las poblaciones de las especies presa y de sus
competidores, pero no sólo a través de eliminar los ejemplares menos válidos
sino también a través de la influencia sobre la conducta de sus presas, algo
que se ha conformado a lo largo de la filogenia y que es un papel que el
cazador humano no puede cumplir. El cazador humano tampoco es capaz de
determinar qué ejemplares son los menos válidos para la especie (enfermos,
débiles...) excepto en casos evidentes.
Además, los grandes
predadores, dado que no tienen especies que regulen sus poblaciones de forma
natural, ya cuentan de por sí con mecanismos filogenéticos para autorregularse.
Por tanto, las poblaciones de lobos nunca pueden llegar a
"desmadrarse". Muchos cachorros mueren, los jóvenes se dispersan y la
mayoría también acaba muriendo, su comportamiento territorial hace que no
permitan la existencia de un número mayor de individuos del que ecológicamente
el medio natural puede soportar... Tampoco
se "desmadran", en realidad, las especies presa cuando tienen
predadores que las regulen. Por poner un ejemplo muy representativo de la
Península Ibérica, los conejos, que cuentan con altas tasas de reproducción,
tienen múltiples predadores terrestres y alados: todos los mustélidos, cánidos,
félidos, herpéstidos, vivérridos, diferentes rapaces... Por lo que la caza por
parte de humanos no es necesaria y, de hecho, resulta negativa para la especie
en cuestión y para sus depredadores.
En el caso del lobo, por
tanto, no sólo no necesitan de la mano humana para regular sus poblaciones,
sino que la intervención humana lo que hace es reducir el número de ejemplares
por debajo de lo que la especie necesita en el medio. A esto se debe sumar el
hecho mencionado de que los cazadores humanos carecen de la capacidad de
determinar qué ejemplares son los más válidos para la especie. Y, no olvidemos
lo más grave: cada lobo muerto supone un paso más hacia el desastre genético de
la población.
David Nieto Maceín
Referencia interesante:
"Signatures of demographic bottlenecks in European wolf
populations". Natalia Sastre, Carles Vilà, María Salinas, Vladimir V.
Bologov, Vicente Urios, Armand Sánchez, Olga Francino y Oscar Ramírez. Conservation Genetics, 12 (2011): 701-712.
Frankham R, Ballou JD, Briscoe DA. 2009. Introduction
to Conservation
Genetics. 2ª
ed. Cambridge
University Press.