ANTECEDENTES
Después de décadas de
avisos constantes por parte de organizaciones como Greenpeace (que surgió en la
lucha contra la energía nuclear) sobre la peligrosidad de la energía nuclear, el
26 de abril de 1986 sucedió en Chernóbil, Ucrania, el accidente nuclear más
horroroso de la historia y uno de los mayores desastres medioambientales jamás
conocido. Directamente murieron decenas de personas, fueron evacuadas de
urgencia decenas de miles de personas, hubo pueblos que quedaron repentinamente
abandonados para siempre, los 14.000 residentes de la ciudad de Chernóbil
fueron evacuados, la radiactividad se extendió en más de una docena de países
de Europa… cientos de miles de personas sufrieron radiación nuclear y 5
millones de personas vivieron en zonas contaminadas por la radiación y se cree
que las áreas contaminadas permanecerán así por cientos de miles de años. En
aquél momento se vivió allí una auténtica apocalipsis, con 600.000 personas
actuando de lo que llamaron “liquidadores”, que eran tropas de bomberos,
científicos nucleares y demás que trabajaron para minimizar los efectos enterrando
material radiactivo o lo que sea mientras veían cómo la vida desaparecía de la
faz de la tierra delante de sus ojos y ellos eran afectados directamente por la
radiación. Unos 100.000 de ellos murieron, de hecho. Decenas de miles quedaron discapacitados
para siempre. Aquella ciudad de Chernóbil, antaño rodeada de bonitos bosques,
quedó para siempre unida a la imagen de la apocalipsis.
A día de hoy sigue sin
haber estudios determinantes sobre la incidencia REAL en la mortalidad aunque
ha habido un evidente aumento de cánceres en los países más afectados. Aquello
se “aisló”, como se pudo, de urgencia construyendo un súper sarcófago, que con
el tiempo quedó dañado y se tuvo que construir otro súper sarcófago que
cubriera el anterior, la mayor estructura móvil jamás construida en el planeta.
Una inmensa locura que ha costado cantidades desorbitadas de cientos y cientos de
millones de euros.
FAUNA RADIACTIVA
Desde entonces el área
de los alrededores permanece en aislamiento y sigue habiendo restricciones en
países afectados (incluso Escandinavia) sobre el consumo derivado de los pastos
del ganado o los bosques. Sigue habiendo altos niveles de radiación en fauna
salvaje, frutos del bosque, setas, peces, carnívoros, etc en muchos países del
norte y centro de Europa. Hasta los renos de Noruega se vieron contaminados al
alimentarse de los líquenes que absorbieron radiación.
Alrededor del reactor
nuclear quedó un área de decenas de kilómetros totalmente muerta de bosques.
Años después, en la zona de exclusión abandonada, de unos 1600 km2, la vida
salvaje, sin intervención humana, ha florecido, aunque gravemente afectada por
la contaminación radiactiva. Incluso hay especies que se han recuperado gracias
a la desaparición de los humanos. Claro que la radiación que sufren es
altísima. Esto plantea una pregunta muy seria… ¿será la letal contaminación
radiactiva menos dañina que el Homo sapiens para la fauna salvaje?. Lo que hoy
se llama el Bosque Rojo es una de las zonas más contaminadas del planeta, pero
la ausencia de seres humanos ha permitido la supervivencia de fauna amenazada
en otras áreas.
Evidentemente, la radiactividad ha afectado a la reproducción y
la genética de estos animales en diferentes medidas y se han visto aves con
atrofia en plumas, albinismo en otras, tumores, cataratas, cerebros más
reducidos, anormalidades en el desarrollo, etc. Pero los ungulados salvajes, y sus
predadores como linces y lobos han aumentado su población. Incluso se han visto
huellas de osos, que habían desaparecido hacía siglos.
Parece, de todos modos, que a algunos ya les puede el afán de matar... y también han aprovechado para acudir a las zonas adyacentes a aniquilar lobos a su antojo. Hay seres humanos tan despreciables...
LOBOS DISPERSANTES DE CHERNÓBYL
En un estudio
reciente, los científicos han marcado 13 lobos con collares para medir la
radiación. Descubrieron entonces que un joven marcado se dispersó a 369 kms
fuera de la región en 21 días en febrero 2015, primero hacia el este hacia
Bielorrusia, después a Ucrania y finalmente a Rusia. Es la primera dispersión a
larga distancia registrada desde la Zona de Exclusión de Chernóbyl. Esto plantea
la pregunta inquietante de si los lobos de Chernóbyl podrían diseminar
mutaciones genéticas provocadas por la radiactividad a las poblaciones fuera
del área, algo que se ha comprobado en golondrinas y ratones, que además tienen
potencial para diseminar contaminación radiactiva en sus migraciones fuera del
área.
El Dr.Anders Moller
dice que la mayoría de las mutaciones son dañinas y que es poco probable que
los lobos que se alejan tanto estén muy afectados. Él muestra en su trabajo que
las áreas más contaminadas tienen poca vida salvaje y que los que permanecen
sufren daños genéticos. Él asegura que podría saber el nivel de radiactividad
de una zona con los ojos vendados sólo por la cantidad de aves que se escuchan en
la zona.
En cambio, Michael
E.Byrne, coordinador del estudio de marcaje de los lobos, dice: “No quiero
decir que los animales de Chernóbyl estén contaminando el mundo pero si hay
cualquier forma de mutación que pueda transmitirse, es algo a considerar”.