Hace nada que salió publicado mi libro "Cómo proteger el ganado con perros", de Ediciones Tundra. En él, además de hablar sobre la importancia de los mastines para la protección del ganado y los datos y evidencias que demuestran su eficacia, sobre cómo hacerles más efectivos o solucionar posibles problemas o limitaciones que puedan tener por un determinado manejo del ganado, etc... explico las razones que hacen que los controles letales de lobos, los dichosos "controles poblacionales" no consigan el efecto que aparentemente se persigue y que es el de evitar o reducir los daños al ganado. Al contrario, los daños aumentan de forma directamente proporcional. Esto sí está demostrado: los controles poblacionales de lobos no reducen los daños y los daños aumentan tras los controles. Hay varias explicaciones muy lógicas desde la etología del lobo, de las que hablo en este libro, y consecuencias derivadas de ellas que hacen también que se pueda conseguir, al contrario de lo que supuestamente se pretende, que haya grupos de lobos que acaben incidiendo de forma más constante sobre el ganado no protegido o mal protegido.
Esto me viene a la cabeza por las últimas noticias sobre ganaderías que están sufriendo daños persistentemente.
¿Cómo es posible que un ganadero sufra daños una vez después de haberlos sufrido antes?... Bueno, seguro que tiene alguna explicación... ¿y la tercera? Quizás también... aunque es menos plausible ya... porque los medios preventivos son posibles y viables. Pero ¿dieciséis veces?... En fin, sin ánimo de criticar, y sólo queriendo preguntármelo de forma un tanto inquisitiva, también hay que decir que los periodistas están más al acecho que los lobos.
Justo se publican los resultados de un estudio de la Universidad de Wisconsin junto a la Universidad de Ljubljana, Eslovenia, que han examinado los controles poblacionales de lobos y ganadería en Norteamérica y Europa. Han trabajado con diferentes estudios ya realizados sobre los efectos de los controles sobre los daños posteriores, descubriendo lo que es obvio: que los controles letales no redujeron los daños pero sí lo hicieron los métodos preventivos no letales como mastines o fladrys, reduciendo la depredación significativamente.
Los datos de controles en Norteamérica son escalofriantes. Sólo en 2014, el Servicio de Vida Salvaje del Departamento de Agricultura de USA aniquiló 2,7 millones de animales. Entre ellos, 580 osos negros, 796 linces, 305 pumas, 61.702 coyotes, 1186 zorros, y 322 lobos, costando la matanza unos 127 millones de dólares. Inaudito.
Los métodos letales, además de no ser eficaces (lo que está demostrado), parecen estar tras la causa de que aumenten los daños en determinados lugares, que es precisamente donde reinciden con los métodos letales en un proceso de "pescadilla que se muerde la cola". Además, generan rechazo social y conllevan consecuencias ecológicas: destruyen la biodiversidad, que es Patrimonio de todos, para el supuesto beneficio de unos pocos empresarios de la industria ganadera.
Han concluido que, cuando la administración fusila a un lobo (u otro predador, entiéndase), en la percepción del público el valor de esa especie declina muchísimo. Envía un mensaje fatal a la población sobre el valor de los lobos y sobre la aceptabilidad de la caza furtiva. De hecho, han encontrado y demostrado que los controles poblacionales de lobos no reducen el furtivismo sino que, al contrario, lo aumentan.
Los investigadores dicen lo que llevamos diciendo siempre: que hay que ser consistente con las leyes en materia medioambiental y en protección animal, con las evidencias científicas y con las normas éticas de la sociedad.
Lobos fusilados en un "control" por el Principado de Asturias
(El Principado, en connivencia con intereses ganaderos y políticos, tiene gran parte del territorio catalogado como "exento de lobos", y saltándose todas las normativas en materia de medio ambiente, nacionales e internacionales, elimina la especie en esas zonas)